martes, 25 de agosto de 2015

WHAT THE FUCK?

Cuando en 1989 vino al mundo en Richmond (Virginia) Joseph Benjamin King nadie, y mucho menos él, podría imaginarse que una tarde de  agosto de 2015 su vida se cruzaría con Ambrosio Sanchez “el Ambrossini”, un personaje de Chiclana de la Frontera asiduo al gol norte del estadio Ramón de Carranza y dado a los canutos.

Criado en su Virginia natal, el bueno de Ben se trasladó a la Toscana cuando empezó su carrera como ciclista profesional en 2008. Tras su llegada a Europa y después de varios años participando en las principales carreras y las grandes vueltas Ben ha tenido tiempo de ver casi de todo. Desde el típico señor que corre ataviado únicamente con un Borat vociferando “¡¡Allez, Allez!!” hasta aficionados vestidos de oso panda o de diablo, así como tipos desnudos y/o borrachos agitando banderas  en los arcenes de las carreteras hacia las principales cimas míticas del viejo continente. Sin embargo, después de 8 años de profesional, lo que Ben nunca había visto, y probablemente nunca volverá a ver, es a un espectador (por llamarlo de algún modo) intentando robarle la bicicleta…  Verídico. Fue ayer tarde, 25 de agosto de 2015.

Todo ocurrió cuando el pelotón de la vuelta ciclista circulaba por las calles de Chiclana de la Frontera, concretamente por el puente sobre el Rio Iro. Momento en el cual, al tomar una curva de izquierdas un grupo de ciclista vio varios billetes de 500 euros en la calzada y optaron por tirarse de las bicis y cogerlos (entre los ciclistas hay mucha necesidad). Tras la caída se produjo lo que se viene llamando una montonera, que en este caso además de bicis y ciclistas, involucro a varios espectadores. La caída se aprecia muy bien en la toma aérea, en la cual también se observa cómo, tras producirse la misma, un sujeto sin camiseta corre al sprint hacia la montonera y se introduce en esta.

A renglón seguido, el señor realizador de TVE decide cambiar la imagen cenital por una toma a pie de carretera, dando paso a uno de los cámaras motorizados que en ese momento se encuentra en el lugar de los hechos. En la toma se aprecian a varios ciclista reponiéndose de la caída, y repentinamente, en el centro de la imagen, aparece el sujeto sin camiseta de la carrera al sprint. Se trata de un tipo fornido con el torso desnudo, chanclas, bañador azul y un canuto en la boca, que ni corto ni perezoso coge la bicicleta de Joseph Benjamin King y decide subirse a la misma sin importarle ni lo más mínimo la presencia del propio ciclista, del resto del pelotón, de los aficionados allí concentrados y de las cámaras de televisión.

El pobre de Ben, que no debe conocer las peculiaridades etnográficas de la comarca de la Bahía de Cádiz, hace un tímido gesto como invitando al “Ambrossini” a bajarse de la bici al tiempo que le dice con la mano “Que esta es mía”, ¿De quién va a ser si no compadre?. Todo esto sucede ante la mirada de estupefacción y asombro de los allí presentes, y con la sonrisilla de otros miembros del pelotón. Finalmente el sujeto desiste de su conato de usurpación de bicicleta, y el bueno de Ben prosigue su marcha rumbo a Vejer de la Frontera. Todo esto es verídico.

Ante lo cual yo me pregunto: ¿Qué no se le habrá pasado por la cabeza a Ben en el momento en que ha visto a un gringazo de Chiclana semidesnudo y con un petardo en la boca gritándole “Quillo, déjame la bici”?

Ben que en su vida ha estado en la feria de Barbate, o que jamás ha pasado por el Cerro del Moro o por el Poligo… El pobre hombre estará impactado. Ese no vuelve a caerse en todo lo que le queda de carrera profesional, y menos en sus próximas participaciones en La Vuelta. Todavía nosotros, que nos hemos criado sabiendo que son los gringos, los kies, los bakalas, o los burracos, canis, makoys, tartaros, merdellones, yonis, bajunos, calorros, angangos, jarcores, pokeros, surmanos, wilys…. cuando no conviviendo con ellos, que entre nosotros hay mucho Cani reinsertado, bien por ellos. Que por cierto este es un tema a tratar más detenidamente, pero en el que me gustaría entrar aunque sea someramente.

Igual que toda la humanidad se ha planteado durante siglos que hay tras la muerte. Que si el cielo, que si el infierno, que si la reencarnación. Por cierto, vaya lotería la reencarnación… yo me reencarno en Cochinita y me cago en Buda. En fin, que al igual que la gente duda sobre la vida después de muerto, yo me pregunto aquí, ahora, en frio y sin anestesia. ¿Qué pasa con los canis cuando estos alcanzan la mayoría de edad, establecida para ellos entre los 40 y los 50 años?). ¿Qué pasa con todas las Jessis, con los Raú, con los Isra…?¿Cómo visten?¿Dónde viven?¿Conservan los “pirsines”?¿Amedrantan a otra gente?¿Van en coche o mantienen sus Yamaha Jog R? Perdón por aburriros con mis dudas sobre la vida post-cani de los canis. Solo quiero hacer notar que toda esa gente está ahí, y que además tiene derecho a voto en las municipales, las autonómicas, las nacionales y las europeas… no es un tema para pasar por alto…

Aunque también yo me preocupo por tonterías… al fin y al cabo, seguramente en el colegio electoral donde ejerza su derecho al voto el “Ambrosini” no tiene por qué ser un problemas lo bien o mal formadas que estén las conciencias democráticas de los votantes, ya que cuando el “Ambrossini” aparezca para votar se llevara la urna ante el asombro de los vocales y los interventores, y todos esos votos serán nulos.

¡Vaya personaje!







lunes, 13 de abril de 2015

BISILLO CON B

Los pocos fines de semana que me quedo en Madrid tengo por mal sana costumbre sucumbir a los encantos de mi sofá Ektorp de dos plazas, mal llamado por algunos "bisillo" (por reducción del concepto tresillo supongo), lo cual puede llevar a error por alusión a la tela fina que permite el paso de la luz de forma velada y no impide totalmente la vista (visillo).

….

Como os decía, desde mi flamante “sofal”, mando en mando, me he tragado todo tipo de reportajes documentados. Que si la complicada situación de los negros albinos en el África Subsahariana; que si la apicultura en la Alcarria; que si las grandes migraciones de cérvidos en el Ártico, que tienen lugar en una zona muy al norte del norte del Canadá con toda la pinta de que haga casi tanto frío como en mi piso de Madrid…

En fin, que yo para lo de los documentales no me pongo límites.

De un tiempo a esta parte, entre la amplia oferta de canales que ofrece la TDT, me he enganchado a lo que yo llamo los “documentales teatralizados” de Discovery Max. Se trata de un modelo televisivo basado en las peripecias de señores muy intrépidos que tienen la habilidad de interactuar con todo tipo de especies animales peligrosísimas, ferocísimas, dificilísimas de localizar y/o filmar. Yo creo que estos animales deben ir a comisión ya que, con todo lo grande que son el Congo, la selva de Borneo, o los pinares de Puerto Real, resulta difícil entender que en estos documentales los bichos se relajan y salgan de su anonimato, dejándose grabar con suma facilidad, o siendo dóciles como corderitos…

En cualquier caso, estén o no comprados los bichos, lo cierto es que la imagen accesible de lugares perdidos de la mano de Dios, a los que solo llegan las camisetas de equipos de fútbol europeos, Coca Cola y este tipo de aventureros, despiertan en mi un yo que sé que de explorador de sofá.

Además, cualquier historia bien contada gana el doble, el triple, o un tanto por ciento directamente proporcional a los medios desplegados para contarla, valgan como ejemplo los chistes de Paco Gandía.

Dentro de los "documentales teatralizados" me confieso fiel seguidor de Monstruos de Rio, protagonizado por Jeremy Wade, un biólogo inglés, gran aficionado a la pesca que va por el mundo en busca y captura de todo tipo de peces terroríficos que justificarían sobradamente no meter el pie ni en los charcos de la lluvia.

En cada capítulo Jeremy y su equipo tienen la habilidad de generar un run-run entorno al pez buscado, run-run  que desde el principio facilita el enganche al “pograma”. ¿Quién no tiene curiosidad por ver un Esturión del tamaño de un Seat Panda, o un Siluro que desayuna cocodrilos? ¡Yo si la tengo, y mucha!¡A mí los peces!

El domingo pasado el bueno de Jeremy llamo mi atención por su búsqueda de un pez tigre que tenía atemorizados a unos aldeanos ribereños del Zambeze desde que, supuestamente, el susodicho pez le endiño un mordisco a un negrito que de milagro no perdió la pierna en el lance. Nunca he sabido como da Jeremy con estas historias…¿Internet? ¿Se las inventan y sueltan luego un pez muy feo y grande para justificar el programa? Chi lo sa...

Todos los capítulos de Monstruos de Rio comienzan con una serie de historias para no dormir sobre el pez que se pretende capturar, para lo cual Jeremy se apoya tanto en los relatos de los lugareños, como en imágenes de agua revuelta y música impactante (puro humo televisivo).

Aprovecho para puntualizar que allí donde Jeremy vaya a buscar peces raros siempre hay alguien que habla inglés pescador a nivel avanzado; que digo yo que tiene cojones que me haya enterado hace dos días de lo que es un Siluro, y que en el Amazonas haya un tío con taparrabos y un colmillo de jaguar ensartado en cada pezón que sepa decir piraña en ingles. "Estrozo" una lanza por el bilingüismo en el tercer mundo. 

¡Bien por ellos, joe! Hay que ponerse las pilas…

Para colaborar en la captura del pez tigre del Zambeze Jeremy decide buscar a un pescador local con cierto “know-how” sobre la pesca en la zona. El presentador da con un negro zaino que le explica como, valiéndole únicamente de una caña de bambú, han pescado de toda la vida,
 pez a pez. Como buen inglés, el presentador se muestra respetuoso ante los métodos locales e incluso prueba suerte adentrándose en las turbias aguas del río.

(Enseguida iba a meterme yo sin armadura y sin pistolas, solo con una caña de bambú afilada de aquella manera, a bregarme con un pez que come niños, en un rió con el agua más marrón que un Cola Cao de bar de pueblo).

Tras evidenciar la inutilidad de los aparejos tradicionales y después de escuchar del negro que le hace de guía -que es que el Dios de la pesca no está por faena-, Jeremy acepta ir a visitar al chaman de turno.

Los peces no sé, pero lo chamanes seguro que sí van a comisión. A muchos de los brujos, hechiceros y chamanes que salen en el programa solo les falta un TPV. Lo mismo aceptan dólares australianos, “leuros”, yenes, cheques restaurantes o corti coles (que por cierto ya no los cogen ni en el Corte Ingles). Una vez satisfechos los jurdeles requeridos, el chaman despacha protección, suerte y amparo espiritual a Jeremy mediante tres gritos y dos gestos torcidos. Este punto del capítulo es clave, es más, cuando la búsqueda de “bigardo-peces” se produce en países desarrollados y no interviene un brujillo estrambótico los peces no suelen picar… Verídico.

Para la segunda intentona Jeremy “no gasta broma” y opta por cambiar la caña de bambú por su mega-hiper-fucker caña ultrapro 3000 con un sedal especial adaptado a las circunstancias de caudal, calado, temperatura del agua y grado de salinidad de la misma... ¡ala, a esperar a que pique! Mientras, el pescador local mira con prepotencia la ultrapro 3000 como diciéndose para sus adentros -con eso vas a pescar un mojón-.

Al cabo de minuto y medio pica un pez gato de mediana edad, complexión gruesa y más de 50 centímetros, Jeremy lo manosea y lo devuelve al río. A los seis minutos pica un barbo africano. Idem, manoseo explicativo y al rio. A los once minutos pica una lisa mojonera despistada. Esta no la manosea. Al cabo de un rato vuelve a picar el pez gato del principio, que dicho sea de paso, está torpeando y jugando con fuego, porque aunque Jeremy tenga a bien devolver todas sus capturas a su habitad, el negro que le hace de guía lleva pescados en toda una semana dos tristes peces desnutridos, y empieza a importunarse con tanto saca-mete de peces … de hecho el guía a aprovechado la coyuntura para traer a colación un interesante debate sobre si todo lo pescado no tiene tanto que ver con las ultrapro 3000 y si con que el Dios de la pesca este por faena…

Finalmente, tras haber pescado, manoseado y devuelto 23 peces de distinto tamaño, color y complexión, termina por picar un pez más grande. Tras un largo forcejeo, caña va, caña viene, Jeremy saca de las turbias aguas un engendro gordo como un cochino, con una boca como la de un tiburón, antenas en los labios y una aleta dorsal dura como la corteza de un pan de telera.

El pez tigre.

Exhausto, el pez se deja perrear por el presentador que le levanta una aleta, la otra, le toquetea las escamas, le mete la mano por las branquias, enseña los dientes, todo mientras asegura lo peligroso que es lo que está haciendo…... entre tanto, el guía ha entrado en un estado de euforia efusiva y con una sonrisa Profiden palmea insistentemente el lomo del pobre pez mientras piensa en el homenaje que se va a pegar con los vecinos de la aldea…

Jeremy, que es muy seguido, y todo un caballero ingles, se afana por ayudar al pez a recuperarse para soltarlo en el río todo mientras el pescador local lo mira como diciéndole -¿No tendrás capaz?-. Finalmente el pez no sale adelante y se lo llevan a la aldea, donde agradecen la captura al Díos de la pesca (vía chaman) obviado la labor de Jeremy y su ultrapro 3000.

Todos comen y sobra pez pese a que eran muchos, y pese a que en apariencia tenían hambre.

Jeremy se regodea con el relato de la lucha hombre-pez, y hace referencia a este como un pez feroz pero noble, con tesón… un auténtico luchador… poco más o menos lo pone de Lord para arriba (Lord Fishingtod Fished, de la casa de los Fish de toda la vida…)

Mientras Jeremy reflexiona yo caigo en la cuenta de que llevo 45 minutos viendo como un inglés me calienta la oreja con la pesca de un pez terrorífico que al final se lo comen unos pobres congoleños. Zapeo y veo que están en antena El Encantador de Perros que es un señor que se mete en las casas de gente con perros locos para ponerles la cara colorada a los dueños; Tu casa a Juicio donde gente con poco criterio y muy mala leche revienta a base de críticas las casa de gente con aún menos gusto; y la redifusión de los mejores momentos de Masterchef Junior, un reality en el que niños redichos con tendencias homosexuales emulsionan tomates y sofríen cosas…

Reflexiono sobre la oferta televisiva, sobre quien estará detrás de tanto programa chorra y me planteo que todo puede ser una cruzada del lobby del sofá, encabezado por Ikea y Merka Mueble, para disparar las ventas de sus productos....

…Tiene sentido, todo acaba donde empezó. El sofá…

Nota: Si no queréis cogerle miedo a los pantanos, lagos, ríos y charcos grandes, no veáis jamás Monstruos de Rio.


En serio.




jueves, 8 de mayo de 2014

PÁNICO EN EL BAÑO

Antes de empezar querría disculparme, no solo por el alto contenido escatológico del título, sino por todo aquello mal sonante que pueda aparecer en esta entrada.

Confieso que me he dejado llevar y, salvo excesos innecesarios, no he pasado por la censura mis palabras.

Vamos allá:

Si mi trasero tuviese una nacionalidad distinta a la española no cabe duda de que sería la británica. De mi culo se podrán decir mil cosas malas, e incluso algunas buenas, pero nunca jamás, nadie, podrá decir que es impuntual, ya que cada mañana, a la misma hora, acudo a mi cita con el señor Roca.

Hay tres elementos claves que se confabulan para garantizar que cada día, en torno a las 11:15, un servidor se siente en el trono y resuelva. Uno. El breaking dance…. Dos. El cruzaito…. Tres. El Michael Jackson… 

No en serio 

Como os comentaba, hay tres elementos clave:

1.-  UN COLA CAO CALENTITO EN AYUNAS, antes incluso de la tostada. Pura magia.

2.- ACTIVIDAD FISICA. Al ir a la oficina, ya sea andando o en bicicleta, me garantizo de diez a veinte minutos de movimiento.

3.- EL CAFÉ DE EBRO, que a falta de pruebas científicas, y basándome en conjeturas personales debe estar hecho al menos de kiwi, activia de pera, micralax, colorante marrón y saborizante de café. Esto sí que es pura magia.

Existe otra circunstancia, pero esta tiene que ver más con lo psicológico que con lo fisiológico: EL BAÑO DE MINUSVALIDOS, siempre limpio como una patena. 

La combinación de estos elementos me permiten ser fiel como un pingüino emperador (que para quien no lo sepan no cambian nunca de pingüina) y cumplir cada día a la hora señalada con mi costumbre evacuatoria.

Pero nada es eterno.

De un tiempo a esta parte ha surgido un elemento distorsionador de la deposición: Menganito..

Menganito es un chaval con síndrome de Down que lleva ya unos meses trabajando en Ebro. Un fenómeno. Muy organizado, responsable y el más simpático de la oficina. Desde hace un mes Menganito viene todo los días de la semana, antes solo venía dos o tres. Entra a las once y sale a la una (un tío con suerte). Menganito tiene tareas de todo tipo. Revisa facturas, organiza los curriculum, se encarga de la intendencia de cosas como el papel de las fotocopiadoras, el papel y el jabón del baño, tarea esta que realiza nada más llegar, entre las 11:00 y las 11:15 …

Problema. Y de los gordos.

Cuando el bueno de Menganito va a entrar en un baño suele llamar primero a la puerta por si hay alguien. Si nadie responde abre y pregunta de viva voz: “¿hay alguien?”.

Aclarar que el baño de minusválidos tiene un retrete en una habitación que está dentro del propio baño; y que la puerta principal, desde donde Menganito pregunta si hay alguien, está a escaso metro y medio del despacho de mi jefe, de la mesa de mi compañera y de la escalera que comunica con la tercera planta… Desde esa posición tan estratégica como inoportuna, y todavía con la puerta del baño abierta, Menganito observó el lunes pasado que la puerta que da acceso al retrete donde yo me encontraba estaba cerrada con pestillo.

Mientras, dentro, habiéndole escuchado dos veces preguntar “¿hay alguien?”, y sin haber respondido me encontraba yo, totalmente ajeno a la tragedia que se mascaba. Y es que previamente Menganito había pasado por delante de mi mesa, no me había visto, y había hilado…

De repente, un sonoro: “¿!Joaquíiiiiiiiiin¡?” me puso en alerta. En ese momento toda la inocencia con la que se presume actúa el bueno de Menganito no habría sido impedimento para matarlo cruel y lentamente….  El tío prosiguió: “¿Joaquíiiiiiiiiin? ¿Joaquíiii-iiiii -iiinnnnnnn?” 

Ahí estaba yo, que aún ni había depuesto… más tenso que Marco en “Sorpresa, sorpresa”. Durante varios segundos permanecí inmóvil, callado…. parecía el francotirador de “Tras la línea enemiga”.

Una vez más: “¿Jo-a-quí-iiiiiiiiin?. Él sabía que estaba ahí, y yo que la puerta estaba abierta… la retransmisión en estéreo de la escena para Javier (mi jefe), Carmen (mi compañera) y todo el que pusiera un poco el oído era ineludible. La tensión fue subiendo y yo estaba ya más nerviosos que un pavo escuchando una pandereta…

Ante el temor de un nuevo “¿Jo-a-quí-iiiiiiiiin? me vi obligado a responder: “Está ocupado Menganito”. A lo que este contestó: “Ah vale”.

Uffff! Pensé para mis adentros. Parecía que todo había pasado, y entonces se produjo un silencio extraño, como cuando los niños pequeños trastean y enredan, un silencio preocupante. Después de tanta tensión yo ya no sabía si la puerta estaba cerrada o abierta, si Menganito estaba en el baño o fuera. El silencio se vio interrumpido por dos golpes en la puerta que me separaba del resto del baño. Tras los golpes un  contundente: “¡¡Joaquin!!” atravesó la puerta. Tardé una eternidad en responder, y tragando saliva, como quien confiesa una verdad inconfesable dije….. “¿Si?, Menganito”. 

La puerta debería parecerle de plomo porque el muy canalla no dudo en subir la voz todo lo que le permitieron sus cuerdas vocales para decir: “Vaya peste tío, ¿eh?. Estas hecho un guarro. Cagón”

Reconozco, y no oculto, que lo habría aniquilado con alevosía y ensañamiento.

Humillado, avergonzado y con la dignidad por los suelos todavía me quedaba pasar por el amargo trance de plantar mi pino. Si, tal como suena, era mentira que oliese mal… aún no había depuesto, y de hecho finalmente no depuse. Supongo que las circunstancias me lo impidieron. 

Al salir la cara de Carmen era un poema… de un rojo fresa que solo he visto en las piruletas de corazón… La carcajada fue mayúscula, y mi apocamiento más grande que la carcajada.

Ahora todo ha cambiado… desde el lunes voy al baño con miedo, he intentado cambiar mi rutina pero mi aparato digestivo sigue en sus trece y no concibe deponer ni media hora antes, ni media hora después, razón por la que me duele la tripa.

Después de lo ocurrido solo quiero olvidar y aprovechar este blog para lanzar un mensaje al mundo, un mensaje de esperanza:  


NADIE, EN NINGÚN LUGAR DEL MUNDO, DEBERÍA CAGAR CON MIEDO